Siempre
se ha dicho que para las paredes de la casa, y sobre todo del salón, lo mejor
es elegir un color básico, claro, relajante y del que nunca te cansas. Hablamos
de colores neutros como el blanco, el beige o el gris perla. Sin embargo, desde
hace un tiempo, los colores fuertes y
brillantes son tendencia y están cobrando un mayor protagonismo. Los
colores claros dejan paso a colores más intensos, más atrevidos, como marrones,
verdes o rojos. Están especialmente recomendados para espacios grandes, donde
estos colores oscuros dan una sensación de calidez al espacio.
¿Y si el salón
es pequeño, y quieres darle luminosidad?
Hay un truco muy bueno que además es
tendencia. Se trata de combinar colores claros con otros más oscuros, haciendo
contraste. Por ejemplo, si tienes las paredes en beige, atrévete a meter marrón
oscuro en uno de los laterales. Los colores naranja o burdeos también
contrastan con los básicos, y aportan mucha luz.
En primer lugar, puedes crear contraste de
colores con los accesorios, cortinas, cojines, jarrones, lámparas o una alfombra.
Una pared sencilla puede lucir mucho con unas cortinas opacas.
Otra opción para darle un nuevo aire a tu
salón o dormitorio es decorar las paredes con adhesivos de vinilo.
Normalmente tienen motivos vegetales o
florales, pero puedes personalizarlo como quieras. Lo puedes hacer tú mismo, y
son una opción original y al alcance la todos los bolsillos.